La economía de la provincia de Manabí (Ecuador) dependió exclusivamente de la producción agropecuaria hasta que surgió la pesquería industrial, las dos mayores fuentes de riqueza del momento.
El territorio alcanzó un alto nivel de producción agrícola exportable desde finales del siglo 19 hasta inicios de la década de los años 90 del siglo 20, pero hoy apenas alcanza a satisfacer la demanda interna provincial. Han faltado políticas públicas acertadas y vigorosas para planificar los cultivos, administrar las cosechas, optimizar el transporte y el almacenamiento, regular y controlar los mercados; aparte de créditos financieros adaptados a las particularidades de la producción agropecuaria y su comercialización.
La consecuencia visible de todas esas falencias es la creciente despoblación del campo y la sobrepoblación urbana, reduciéndose la oferta alimentaria de buena calidad, el desarrollo agroindustrial, y, por cierto, la oferta exportable. Es decir, se contrae la prosperidad económica y por ende el tan cacareado pero escamoteado desarrollo social.
Esta situación preocupa mucho porque la alimentación es vital para todos, ya sea en estado natural o procesado mediante la artesanía y la industria que -dicho sea de paso- emplea bastante gente de las ciudades (Fábricas de harinas, galletas, barras de chocolate, cereales edulcorados, muebles, textiles, bebidas, etc.). Nadie puede vivir sin alimentarse y además todo el país pierde al disminuirse las divisas que recibe por la exportación de productos agrícolas.
De modo que el Estado debe fijar su vista en el campo y poner en práctica un amplio plan para su aprovechamiento sostenible y sustentable. Un plan que abarque todo el abanico de la ruralidad: vivienda, vialidad, telecomunicaciones, salud, educación de la mejor calidad, asistencia para aplicar tecnologías, asistencia de mercadeo, asistencia legal, incentivos ecológicos, seguridad pública, prevención de riesgos, reestructuración y condonación de deudas, crédito particularizado, etc.
Este es un asunto que los GAD seccionales de la provincia deben impulsar mancomunadamente, con mayor razón teniendo ad-portas la celebración del bicentenario (junio 2024) de Manabí.